- ¿Qué haces aquí?
- Vengo como acordamos a decirte lo que nunca dije ni diré.
- Es cierto... Lo había olvidado. La tarde que nos conocimos en Huertas quedamos que si un día ya no estábamos juntos y nos echábamos de menos pudiéramos tener un antimundo para decir lo que nunca se dijo ni se dirá.
- ¿Sabes que esto no cambiará nada, no?
- Lo sé, pero sé también que sabes que no soy un tipo práctico cuando se habla de amor. Así que...
- Bueno. Está bien. Cojo aire espera. Como comprenderás esto no es fácil. Ahí va... Echo de menos la suavidad de tus manos al pasear, ese delicado tocar sin tocar, ir al Jardín Botánico e inventarnos entre risas nombres fálicos para cada uno de los cactus, cómo te metía mano mientras fregabas, levantarnos tarde y desayunar en el metro como dos homeless, compartir contigo mi Nikon, "Tú aportas el arte; Yo la técnica", ¿te acuerdas?, a propósito ¿las has roto ya?, me refiero a las fotos, ¿las rompiste?, echo de menos decirte: "Tú, yo, ya, ahora" en el ascensor de tu casa de madrugada, echo de menos que me acompañes en el tren y se te pase la estación, que me enjabones la espalda para follarme y tenernos que enjabonar de nuevo, que me escuches fingiendo compartir mis miedos tontos, discutir contigo y salirme con la mía, tus abrazos suizos (siempre puntuales), hacerme la lista y tú el tonto, echo de menos según a qué hora ir a comprar al Carrefour como si tuviéramos aún planes.
- Es un atrevimiento quizá pero, ¿no crees que me echas de menos?
- Sí, mucho.
domingo, 11 de julio de 2010 |
5
Comentarios Misteriosos
Etiquetas:
literatura
5 Comentarios Misteriosos:
Un gran texto, sin lugar a dudas.
Ojalá existiera ese antimundo, ojalá fuera fácil expresar tanto sentimiento, sin implicar más que la necesidad de dar a conocer lo que nuestro corazón grita y nuestro cerebro calla, mirando a los ojos a la persona con la que un día lo compartimos todo y, de la noche a la mañana, no es más que un extraño.
¿Cómo es posible que aun echando de menos tantos instantes en común con esa persona, resulte tan complicado volver a amarla?
Un abrazo!
Que lo eche de menos, no sé, pero que está hasta la médula por él está bastante claro.
Es increíble en cierta manera la capacidad que tenemos para autoconvencernos que las personas se sustituyen...
Como Mónica, me gustaria que existiera ese antimundo del que hablas...
Y sí, yo tb me autoconvenzo de que podemos sustituir a las personas.
Las personas quizás se puedan sustituír... pero no ese olor en nuestras sábanas que poco a poco se va desvaneciendo,esas arrugas en el sitio de siempre del sofá, esa camiseta tirada de cualquier modo a los pies de la cama, la tapa del w.c. levantada de modo acusador...
Saludos caballero
Publicar un comentario